jueves, 21 de diciembre de 2017

DICIEMBRE 25


NAVIDAD…                    
Época de estar en familia.

Me resisto a creer que todavía exista en este mundo tan cambiante y moderno quien crea que la familia se compone solamente de personas con las cuales mantenemos un vínculo consanguíneo o legal.

 La familia va más allá de un simple vínculo otorgado por la vida misma, es un sentimiento de unidad, de pertenencia hacia otras personas presentes en cada uno de nuestros días.

Benditos sean los que tienen vínculos familiares consanguíneos y legales y además están unidos y se pertenecen sentimentalmente unos a otros formando así una verdadera familia.
Benditos sean, ya que tienen la dicha de no conocer experiencias diferentes, viven en la estable felicidad de que siempre sus seres queridos están cerca y el mundo que hay en torno a otros tipos de familias son para ellos simples historias de vidas ajenas.
Benditos sean, y agradecidos deberían disfrutar de tan deseada situación.

Qué creeremos de los niños que no crecen con sus progenitores pero están rodeados de verdadero cariño por parte de sus padres adoptivos? Acaso no es esa su verdadera familia?
Qué creeremos de los soldados que cumplen misiones a veces imposibles de las cuales quizás nunca regresen y cuentan con el apoyo incondicional de sus compañeros, defendiéndose y ayudándose unos a otros como si fueran hermanos de sangre? Acaso no forman en ese momento una verdadera familia?
Qué creeremos de los exiliados que por distintas circunstancias de su vida, les ha tocado vivir una cultura diferente alejados de sus “consanguíneos” más queridos? Ellos conocen nuevos amigos, personas que los aceptan sin prejuicios y a veces hasta se enamoran de alguien tan diferente en apariencia pero que por dentro comparten la misma forma de sentir. Acaso todas estas nuevas personas que los acogen con cariño no ocupan en su día a día el lugar de una familia tangible?
Y esto no es casualidad, es que los une un mutuo sentimiento de pertenencia, de cariño desinteresado, de comprensión auténtica, esos nuevos núcleos que se forman a través de los años, ésas son también las que yo considero verdaderas familias y que son con quienes da gusto compartir la Navidad.

No debemos olvidar que lamentablemente hay hermanos “de sangre” enemistados, padres o madres que no se dirigen la palabra con sus hijos o hijas, tantos vínculos familiares rotos por la incapacidad propia del ser humano de entenderse entre sí, por el egoísmo que aflora donde no debe, por la envidia que aparece tantas veces… cuántos consanguíneos apenas se conocen entre ellos?

También hay quienes se entristecen en Navidad por el recuerdo de alguien muy querido que ya no está en este espacio terrenal, hay quien no encuentra un motivo suficiente para celebrar.
Es por demás respetable su dolor y noblemente debemos acompañarles de corazón en su deseo de no solemnizarla.

La Navidad…
época de hablar sinceramente, de comunicarse con palabras; de salir a buscar y no sentarse a esperar para encontrar.

Sí,la Navidad… 
Una época para estar con la familia, o lo que es lo mismo: con quien de verdad nos ama.



Autoría propia. cg